En estos días de campaña política agitada, cuando quedan menos de dos semanas para la segunda vuelta electoral en El Salvador, las estrategias de campaña de ambas fuerzas enfrentadas: derecha e izquierda, parecen no haber cambiado demasiado. Bueno, la derecha pareció tratar algo diferente apenas terminó de digerir una derrota que jamás creyó sería tan grande, y modificó ligeramente su tono confrontativo, empezó a ofrecer propuestas y aceptó, casi a regañadientes, la necesidad de continuar programas sociales que antes había criticado con fuerza.
Sin embargo, da la impresión de que la crisis al interior del partido más grande y representativo de la derecha extrema del país, ARENA, es tan profunda y tan seria, que no acaban de recomponerse por más que lo intentan. Ejemplo de esto es que, apenas publicadas las últimas encuestas sobre la preferencia de los electores de cara a la segunda vuelta -que no favorecen en nada a este partido- su campaña regresó a lo que parece ser la única táctica que conocen: el miedo.
Así, aprovechando la actual situación de violencia en Venezuela, donde las manifestaciones y la represión gubernamental han terminado en la trágica muerte de varias personas, la derecha ha lanzado, a toda velocidad, un comercial cargado de alarmas. Con la aparición de muchos jóvenes bien arreglados, que hablan con una intención que suena tan franca y con lo que para ellos son pruebas del peligro que corre El Salvador de convertirse en esa Venezuela trágica de estos días, intentan infundir tanto miedo como sea posible en el espectador, al mismo tiempo que dicen solidarizarse con el país suramericano.
Pero El Salvador no es Venezuela, ni llegará a
duplicarse esa situación en este país porque los actores políticos, la
realidad económica y los balances de poder son completamente diferentes.
Lo más triste de mi pueblo, creo yo, es que muchos están dispuestos a tragarse el
discurso del miedo simplemente por simpatía política, no por
conocimiento de causa. Es triste y es grave. Si
estos mismos jóvenes bien arreglados del comercial de ARENA supieran algo de historia ((o si
decidieran reconocerla)) sabrían que no pueden repudiar la violencia en
Venezuela, y solidarizarse con ellos, sin repudiar la trayectoria de la derecha para la cual
trabajan y ese comercial no existiría. Es incongruente.
Lo
que está sucediendo en Venezuela es realmente malo. Pero usarlo como si
fuera un mero recurso para una vulgar campaña política, es trivializar
la tragedia de las personas que han muerto en ese país. "Esta
no es una campaña para meterte miedo" dicen, como si el solo enunciado
bastara para anular la obvia intención. Al menos sabían que la gente se
daría cuenta y trataron, muy torpemente, de "matar su chucho a tiempo".
Jap