contradicción

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sábado, 16 de enero de 2021

Por los acuerdos de Paz de El Salvador

     



Dios santo! Realmente tengo siglos de no escribir nada por aquí.

    Hoy, 16 de enero, a 29 años de la firma de los acuerdos de paz de El Salvador, creo que corresponde, por lo menos, expresar mi disgusto ante una postura que probablemente se irá poniendo de moda en los próximos días; y que posiblemente calará más en aquellos que genuinamente quieren ver un cambio, hartos de la política tradicional, pero que no terminan de ver la manipulación en la que están cayendo. Y que tampoco alcanzan a ver la magnitud del problema que se nos avecina con semejante retórica incendiaria, que viene de la mano con el populismo, el abuso del poder y la casi nula claridad en los procesos gubernamentales. 

    Para mí, es una irresponsabilidad y una ofensa decir que los acuerdos de paz fueron una farsa, un negocio o un fraude: Tuvimos una guerra muy sangrienta, no había ni un ápice de libertad de expresión, las élites oprimían a su gusto y las masacres de gente inocente se fueron haciendo cada vez más salvajes. El sacrificio despiadado de los mátires de la UCA terminó por inclinar la balanza hacia una salida más civilizada para un conflicto que no parecía tener fin. Gracias a eso hemos tenido un ensayo de democracia y una alternancia del poder -increíblemente- pacífica, así como espacios de discusión y crítica libre, al menos hasta ahora.

    Mucha gente buena perdió su vida para lograr todo eso.

    Si luego de los acuerdos de paz ha habido políticos traicioneros a los principios originales que los hicieron luchar, y luego firmar esos acuerdos; o políticos que no dejaron su corrupción tradicional después de ese evento, eso ya es otra cosa. Decir que los acuerdos de paz fueron un mero "negocio" es tan ofensivo como lucrarse del pueblo después de haber firmado la paz, ambas posturas son detestables.

    Y más detestable aún, es hacer semejante afirmación solo para sonar "cool", "irreverente" u "original" y ganar así algunos votos más.

    Vivimos tiempos extraños e inciertos. Es muy fácil ahora perderse en el mar de información, desinformación, comentarios, hechos y opiniones y luego no saber diferenciar entre unas y otras. Esto es lo que han entendido ciertos políticos alrededor del mundo y han sabido aprovecharlo para su ganancia personal, porque casi cualquier cosa se puede lograr dentro de la oscuridad del caos. Y es ahí, en medio de semejante manipulación, donde reside el verdadero y más nefasto negocio.

Jap